¡Explosión en 'La Isla de las Tentaciones'! Anita se queda a dos velas.

La última entrega de 'La Isla de las Tentaciones' nos ha dejado sin aliento. La pareja formada por Anita y Montoya protagonizó una hoguera final cargada de emociones, reproches y decisiones que marcarán un antes y un después en sus vidas.​

Desde el inicio, la tensión era palpable. Anita hizo una entrada inesperada, arrodillándose en la arena en una clara alusión a una actuación previa de Montoya. Esta acción desató una serie de recriminaciones mutuas, donde ambos se acusaron de falsedad y traición. Las imágenes de sus respectivas infidelidades avivaron aún más el fuego de la confrontación. Montoya, visiblemente afectado, expresó: "Eres el amor de mi vida y me has partido como una regañá". Por su parte, Anita, entre lágrimas, le reprochó: "No te he reconocido desde el primer día. Me has tirado por el suelo" .​

A pesar de admitir que aún sentían algo el uno por el otro, las heridas eran demasiado profundas. Montoya tomó la decisión de marcharse solo, priorizando su amor propio y dejando atrás una relación que consideraba rota. Anita, en cambio, manifestó su interés en seguir conociendo a Manuel, el tentador con quien había tenido un acercamiento en la isla. Sin embargo, Manuel también optó por abandonar el programa en solitario, aunque prometió a Anita que se verían fuera del reality .​

Este desenlace ha generado diversas reacciones entre los seguidores del programa. Mientras algunos aplauden la decisión de Montoya de valorarse a sí mismo, otros critican la actitud de Anita por considerar que no mostró arrepentimiento genuino. Lo que es innegable es que esta hoguera final quedará en la memoria de los espectadores como una de las más intensas y emotivas de la temporada.

La experiencia en la isla ha sido un espejo que reflejó las debilidades y fortalezas de cada participante. Anita y Montoya llegaron juntos, pero las tentaciones y las decisiones personales los llevaron por caminos separados. Ahora, ambos enfrentan un futuro incierto, pero con la certeza de haber aprendido lecciones que, sin duda, marcarán sus vidas sentimentales.​